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Como te cuento en mi libro Esclavos de la comida (próximo 14 de febrero a la venta) hay veces que lo que te lleva al control barra restricción de comida, no es tan simple como la motivación de adelgazar. Es un mundo mucho más complejo en el que entran otros factores que no tienen que ver con la comida ni con el peso.

Cuando no sabes qué hacer con el sufrimiento, tu cuerpo busca la manera de hacértelo más soportable. A veces esa manera no es la más adecuada, sino la que encuentra.

Hay veces en las que la restricción de comida puede funcionar como una «pastilla para la ansiedad». Cuando no sabes qué hacer con la ansiedad y con el miedo que te provoca, te sedas tomando una pastilla, en forma de comprimido, tarta, restricción de comida o copas barra drogas. Entonces por un rato la sientes menos, pero no desaparece. Y no lo hace porque la propia ansiedad es un síntoma, no la causa. Cuando no atiendes al dolor interno, este se va manifestando de diferentes formas, y puede que comience bajo la forma de restricción de comida, para después pasar a consumo de drogas, atracones de comida, alcohol, relaciones de pareja continuas…

 

 

En mi experiencia vivida, a veces fue necesario tomar ese comprimido para poder dormir y que el cansancio no afectase más a mi salud, pero aparte de en estos casos más agudos, me di cuenta de que la mejor manera para reducir la ansiedad era mirando y atendiendo a aquello que la ocasionaba y no mirando hacia otro lado. Con el comprimido me inducía al sueño y entonces no pensaba ni sentía, ni tampoco le prestaba la atención que necesitaba. Pero ese “generador” de ansiedad seguía estando ahí porque las heridas no se resuelven solas, y por eso se siguen manifestando de diferentes formas, para que al final las veas.

A costa de repetir patrones, al final te das cuenta. Por eso lo que te ocurre es lo que tú de verdad necesitas vivir. De corazón te lo digo: lo que sientes está ahí para algo. 

A veces  el problema es que nos da mucho miedo conectar con nuestra gran fuente de sabiduría y entonces preferimos—inconscientemente—poner un parche encima. Pero los parches no curan las heridas, solo las tapan. Y es incluso, cuando dejas la herida secarse al aire, cuando antes sana.

La verdad puede ser muy dolorosa, pero es lo que al final te libera.

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